Creo que esto es algo que repito todos los años pero si no lo hago directamente reviento. En general puedo decir que detesto el verano, lo odio con todo mi ser y suerte que vivo por la zona norte porque llega a ser por la zona del sur y no se qué sería de mí.

Detesto sudar con cada movimiento de mi cuerpo, no poder quitarme más prendas porque no llevo más para dejar de tener calor, que el sol esté ahí en lo alto para achicharrarme y quitarme mi preciosa palidez, no saciarme con agua congelada porque el alivio sólo me dura apenas unos segundos, ducharme para refrescarme y nada más salir sentirme nuevamente asquerosa...

La lista sería eterna y mi incomodidad seguiría ahí porque aunque me desahogue por este medio el calor no va a cesar, no va a dejar dormirme, no me va a permitir siquiera agarrarle a él de la mano porque nos daremos calor mutuamente y empezaremos a sudar en esa parte del cuerpo (en un comienzo), los abrazos no llegarán a durar siquiera un segundo, ni siquiera un beso... todo agobia.

Pero lo que más me jode es que para poder disfrutar de mis juegos tenga que tener encendido mis máquinas que emanan calor, son como estufas que en invierno se agradecen pero en verano te preguntas cómo algo más pequeño que tú puede generar el triple de calor.

Hay métodos para refrescarse pero te alivian unos minutos... así que ver imágenes de invierno me dura más... quizá deba poner un árbol lleno de nieve con el animalito de turno al lado para ver si viéndolo me refresco un poco... seguro que no me da tanto calor como la típica foto de la playa... por favor, cómo detesto la playa... pero eso ya es otra historia que no me apetece contar en estos momentos.